Su origen se remonta a los primeros esclavos africanos que laboraban en las plantaciones de caña de azúcar de la Isla de Trinidad y Tobago y que fueron traídos a Venezuela. Era la forma de expresión de hombres y mujeres que se hallaban lejos de sus seres queridos y, de su tierra además de servir para unirlos y permitirles desahogar sus penas.
Al son de cuatros, maracas, rayos, campanas y tambores de madera se disfruta del calipso en El Callao, al sur del estado Bolívar. Este ritmo llegó a Venezuela a mediados del siglo XIX gracias a la inmigración de hombres y mujeres provenientes de las antillas británicas y francesas, quienes se trasladaron al país para trabajar en las minas del lugar luego de que se les dieran a los ingleses y galos la concesión de la explotación del oro.
En Venezuela se interpreta el Calipso en la zona oriental del Estado Sucre, Nueva Esparta, Monagas, en Ciudad Guayana y en el estado Bolívar sobretodo, bajo la modalidad de Steel-Band, motivado a la influencia fronteriza, la utilización de mano de obra antillana en la explotación petrolera y en la industria del hierro.
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